miércoles, 11 de julio de 2007

VACACIONES EN PUERTO MONTT

Hola , casi 2 semanas de silencio, por razones de fuerza mayor pero aquí estamos de nuevo, la cosa es mostrar también otras regiones que son extremas, con uno de los paisajes más bellos de Chile, con lagos, volcanes, santuarios y tantas cosas que casi uno no sabe donde quedarse.
Esa vez nos quedamos en Chamiza, en realidad no es un pueblo, más bien un caserío ya que no es el típico pueblo con iglesia, plaza, etc. Yo creo que habiendo niños uno lo pasa bien esté donde
esté. Bueno ojalá les guste y la disfruten.

Mi mamá, tenía 3 hermanos y 3 hermanas, con ella eran 3 y 4, la ventaja de esto era que como no vivían todos en la misma parte, teníamos lugares donde pasar, distintos estilos de vacaciones, campestres, playeras y pampinas. Pues este año (no recuerdo cual) nos tocaba en el sur, para ello debimos viajar en tren desde Vergara hasta Calera (ahí se hacía un trasbordo a otro tren que nos dejaba en Santiago) - no les voy a relatar que pasó en este tren ya que esa es materia de otro cuento – Una vez en la capital descansamos unos días y con la finalidad de evitar ser castigados por alguna maldad o mal comportamiento y aguar nuestro viaje al sur, hacíamos todo lo posible para portarnos bien y no hacer nuevas maldades, llegada la fecha para continuar con el viaje, de nuevo a preparar los bártulos, casi ni dormimos en la noche de emoción, de nervios, esa si que iba a ser la más grande de las vacaciones que íbamos a tener. ¡.Lo que más nos costó fue subirnos al tren en Santiago, con lo precavido que era mi abuelito, llegamos a los asientos ¡ Y estaban ocupados ¡ mi abuelito pensó que siendo el jefe de pulpería en Vergara, le iban a ceder inmediatamente los asientos, y ahí se dio cuenta que ni todas las estrellas servían para conseguir nada, bueno casi nada, al rato llegó, no sabemos que triquiñuelas usó, pero el tenía otros boletos, por lo tanto, nos vinimos tranquilamente sentados.
Nosotros íbamos a un pueblito llamado Chamiza, ubicado a unos 5 o 7 Km., hacia el interior de Puerto Montt, actual carretera austral. Nosotros los niños éramos 7 + los 5 de allá! 12 ¡ , yo no sé de donde mi abuelita sacaba la paciencia diaria para hacerse cargo de todos nosotros, bueno, con Mabel como éramos las mayores, le ayudábamos a las más mayores, los chicos hacían las camas y después recién podían salir a jugar, así es que ese era un gran incentivo, cuando había sol y aire puro salíamos a campo libre, la casa era gigante, tenía dos patios uno era la huerta (que el gran tío cuidaba con mucho ahínco) sus tesoros preciados decía, y nos mostraban unos porotos verdes gigantes, los ajos eran como cebollas, etc.
Una vez en Chamiza y durante una conversación en la que mi tía Delia nos informaba que por razones de trabajo, su marido debía trasladarse a un faro que hay en la zona, lo que significaba que todos tenían que hacer lo mismo, ella comentó, como lo hacía siempre, - que nada es definitivo en esta vida -, frente a este dicho, mi abuela colgándose mal de la micro y errando el sentido de la frase y pensando que mi tía se encontraba nuevamente embarazada (ya tenía 5 mocosos que por lo tanto pasaban a ser primos–hermanos nuestros ), exclamó ¡ay no otra vez¡ por lo que nosotras sin entender mucho la quedamos mirando, para luego preguntar a mi tía, cuantos meses tienes niña?, y ella la quedó mirando y le dijo, meses de que mamá?, para que nazca esa criaturita y todos nos cagamos de la risa, abuelita ese dicho se puede aplicar a distintos hechos! Ay niña, por Dios con esas cosas no se juega, lo que pasa es que al Mauro lo trasladaron al Faro, noticia que provocó en mi abuelita una baja de presión, pero mi tía le explicó que mi tío se iba primero y dependía como fuera se iría posteriormente ella y los chicos.
Un día de paseo fue después de almuerzo nos dijeron que lleváramos bolsas para los peces y machas u otros mariscos. Nos contaba el tío que Chamiza estaba ubicado en el Seno de Reloncaví (a correr cabritos porque ahí los buscas en el diccionario) saben que en ese lugar cuando baja la marea, lo hace por KMS. Y es impresionante, porque el mar se recoge bastante, bueno para nosotros eso era de marca mayor, para los habitantes de Chamiza eso era natural, teníamos recogida la machas y los peces y de pronto cachamos que el agua estaba subiendo, nosotros miramos y estábamos en tierra firme y seguíamos distraídos, cuando vamos reparando, no era tanta tierra la que teníamos a nuestro alrededor, lo que pasa es que estábamos tan distraídas y no entendíamos nada, ya era muy hondo para salir caminando, para nadar no teníamos tanto training y menos llevando una carga como era el caso de los cabros chicos que nos acompañaban. Ahí teníamos a los chicos gritando como desaforados hasta que por fin nos ven de la orilla y acuden raudos a la operación rescate, también nos ven mi abuelito y mi tío a quienes les facilitaron un bote, además, también llegó una carreta tirada por bueyes, en el primer bote se llevan a los pequeños en el segundo bote a los más grandecitos y en la carreta a nosotras, las mayores.
Cuando llegamos a casa nos preguntaron como nos había ido en la pesca y nosotros dijimos bien y les entregamos las bolsas con el producto extraído.

Cuando jugábamos en la casa nos íbamos al patio, mi tía les tenía una casa a sus perros, pero ésta era pituca, era de dos compartimentos, ahí nos encantaba jugar nos metíamos como 5 crías, total que ahí también nos disfrazábamos, pero siempre primaban los vestidos largos. Llegó el día de venirnos a Santiago y mi tía nos preguntó si le habíamos visto un traje negro, la falda y la chaqueta, yo le comenté que si pero no sabía donde, cuando llegamos a Santiago, ya sabíamos que tenía que volver todo a la normalidad, entrar al colegio, etc.
Finalmente mi tío debió trasladarse a un Faro de la zona en donde debía desempeñar sus labores y una vez que ya había preparado todas las habitaciones en donde debían vivir, regresó a Chamiza a fin de buscar al resto de la familia y en los momentos que cargaban todas las pertenencias, entre ellas la casa del perro que usábamos para jugar, encontraron en su interior las prendas de vestir que mi tía días antes había echado de menos, obviamente en no tan buenas condiciones, de paso, una de mis primas, Mariela, también recuperó una chaqueta que había perdido con ocasión de nuestros juegos en ese lugar.
Para relatar esta anécdota, debo agradecer la cooperación de mi prima Mariela quien me aportó con los recuerdos de esas vacaciones y también hago extensiva mis agradecimientos a Gabriel Mancilla, quien por intermedio de mi amiga Erika, me hizo llegar las fotos de la zona que comparto con Uds.